Nuestro peor enemigo no es ni Microsoft, ni IBM, ni Apple, ni siquiera Google. Nuestros peores enemigos somos nosotros mismos. Lo dice Matt Assay, también se hace eco Gabriel Viso, y yo mismo lo repito. El software libre tiene entre la autosuficiencia y el “wishful thinking” a sus dos peores tarjetas de visita.
Seguro que quien más y quien menos ha conocido alguna vez a un ‘Linux zealot‘ (los “Celotes” eran como la Kale Borroka en tiempos de Jesús). Sí, hombre, el típico post-adolescente con más que discutibles conocimientos de informática que hace un par de años que descubrió GNU/Linux y desde entonces lo ha convertido en su religión particular, dedicándose a dar la paliza aleccionadora a todo ‘Windowsero’ que se ponga a su paso.
La pureza solamente se alcanza a través de dos vías, la pequeña yihad (Debian) y la gran yihad (Gentoo). El resto de distribuciones son para perdedores o vendidos.
Es tan habitual que ya lo ponen como ejemplo del pensamiento cerril en blogs sobre hábitos vitales (muy recomendable el artículo del mismo autor sobre sus verdaderas razones para usar GNU/Linux).
Quizá este artículo sea incluso del agrado del mismísimo Maligno y sus acólitos, pero en todos sitios cuecen habas y fan-boys los hay tanto en Microsoft como en Apple.
¿Cuántas veces habéis presenciado algo así? Es hora de cambiar fanatismo por pragmatismo y el “fuego a discrección” por una ardua labor de francotirador, apuntando a necesidades concretas con las herramientas libres precisas. Cuesta más, pero ya conocéis el dicho: “no gain without pain”
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